
La teoría motivacional de Hull, presenta en el contexto general de su teoría de la conducta, de gran importancia a factores fisiológicos. Según Hull, los organismos buscan mantener ciertas condiciones ópticas en relación con el ambiente, y del mantenimiento de tales condiciones depende la supervivencia del individuo. Los organismos actúan para reducir los impulsos, que se basan en necesidades.
La motivación energiza la conducta, como puede demostrarse experimental mente; las necesidades dan origen a impulsos. Además de estos impulsos, basados en necesidades biológicas, existen impulsos "secundarios" o aprendidos, que se fundamentan en los impulsos primarios.
La teoría motivacional de Hull también da importancia a las conexiones de estimulo-respuesta no aprendidas que el organismo posee en el momento de nacer.
Esta teoría motivacional se encuentra a nivel molar, no a nivel molecular, pero da gran importancia a factores fisiológicos, como los trazos de memoria que supuestamente serían la base de los circuitos reverberantes y del aprendizaje. La teoría de Hull, en sus aspectos motivacionales, debe mucho a Cannon, quien trató siempre de localizar cada una de las afirmaciones de Cannon sobre el hambre, la sed, las emociones, etcétera, que no siempre pudieron comprobarse en el laboratorio.
Las dos objeciones principales contra la teoría motivacional de Hull son su insistencia en la reducción de impulsos como mecanismos motivacional básico, y su énfasis en aspectos locales.
Por todo esto la teoría localista de Hull es incapaz de explicar completamente la psicofisiología de la motivación, tanto a nivel humano como subhumano.
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